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Orgía interracial: un intenso encuentro público al descubierto

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Kayla gimió suavemente bajo la enorme polla negra de Tyrone, con los ojos en blanco al sentir su longitud estirando su apretado coño. Era todo lo que había fantaseado desde que lo vio por primera vez caminando por la calle un día. Era grande, negro e increíblemente sexy; todo lo que deseaba dentro de ella. Y ahora aquí estaba, usándola como su contenedor personal de semen mientras todos a su alrededor los vitoreaban.

Tyrone gruñó mientras se retiraba del coño empapado de Kayla, su enorme polla negra cubierta de su dulce néctar. Sin previo aviso, disparó chorro tras chorro de semen caliente por toda su cara, pecho y estómago. Ella chilló fuerte cuando cada espeso fajo de semen dio en el blanco, su cuerpo temblando de placer al sentir su cálida semilla salpicar contra su piel. Mientras el público estallaba en vítores y aplausos por su actuación, Kayla no pudo evitar sentirse entre emocionada y avergonzada. No era así como se imaginaba que resultarían las cosas cuando aceptó participar en esta orgía interracial de corridas. Pero ahora que estaba sucediendo, no podía evitar disfrutar cada momento.

Con una sonrisa de satisfacción, Tyrone le dio una fuerte palmada en el trasero a Kayla antes de girarse para saludar a la siguiente participante dispuesta. Mientras tanto, Kayla yacía cubierta de sudor y semen, con el corazón acelerado por el intenso encuentro sexual que acababa de vivir. Al mirar a la multitud que la vitoreaba, supo que esto era algo que nunca olvidaría, por mucha vergüenza o bochorno que le causara después.

Empapada en semen y con ganas de más, Kayla abrió las piernas de par en par, lista para recibir a cualquier hombre que se atreviera a entrar en su estrecho agujero. La fiesta rugía a su alrededor, llenando el aire de gemidos de placer y el sonido de carne contra carne. Era una orgía como ninguna otra, llena de pasión pura y deseo desenfrenado. Y a pesar de su vacilación inicial, Kayla se sintió como en casa entre estos individuos salvajes y depravados que compartían su amor por el sexo interracial y la humillación pública.

Kayla cerró los ojos y dejó escapar un fuerte gemido cuando otro hombre se acercó a ella, con la polla ya erecta y lista para la acción. Abrió aún más las piernas, dándole la bienvenida a su coño empapado de semen. Él no perdió tiempo, hundiéndose profundamente en ella con una embestida contundente que la hizo arquear la espalda y gritar de éxtasis. La sala se llenó del sonido de piel contra piel, los gruñidos y gemidos lascivos de los participantes y los vítores ocasionales de los espectadores. El cuerpo de Kayla se movía rítmicamente con las embestidas del hombre, sus manos agarrando las sábanas en busca de apoyo mientras cabalgaba oleada tras oleada de intenso placer. A medida que el ritmo del hombre se aceleraba, Kayla podía sentir que se acercaba al límite. Sabía que iba a correrse de nuevo, y pensarlo solo la reafirmó en su determinación de tomar cada centímetro de polla que le ofrecieran. Con una última y poderosa embestida, el hombre se enterró profundamente en ella y estalló con un fuerte gemido, llenando su coño con su semen caliente.

Kayla gritó al alcanzar el clímax, su cuerpo temblando con la fuerza del orgasmo. Se aferró al hombre mientras él salía de ella, un hilo de saliva unió sus labios por un breve instante antes de que él pasara al siguiente participante ansioso.

Agotada pero eufórica, Kayla yacía allí, cubierta de sudor y semen, con el corazón latiendo con fuerza en su pecho. Nunca se había sentido tan viva, tan completamente consumida por el placer. Y mientras miraba alrededor de la habitación, llena de gente follando y gimiendo, supo que ese era exactamente su lugar: en medio de una orgía, rodeada de desconocidos que compartían su amor por el sexo sucio y tabú. Con una sonrisa pícara, levantó la mano e hizo señas a otro hombre para que se acercara, listo para continuar la fiesta. La fiesta continuó, y Kayla estaba más que feliz de unirse a la diversión.


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