Se llamaba Akane y era una atractiva mujer asiática de veintitantos años. Tenía una larga melena negra que le caía en cascada por la espalda, ojos almendrados que brillaban con curiosidad y labios carnosos que a menudo se curvaban en una sonrisa seductora. Su cuerpo, tonificado tras años de práctica de artes marciales, le daba…
