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Amor de instituto: Desentrañando los secretos del amor prohibido

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Ranya estaba sentada en su pupitre, aburrida hasta la médula. Era otro día más en su instituto, donde nunca parecía pasar nada. Suspiró profundamente y miró a su alrededor, observando a sus compañeros, tan absortos en sus pensamientos como ella. Como si fuera una señal, su mirada se posó en Kazusa Kyoyama, una de las chicas más populares del instituto.

Kazusa se sentaba junto a Ranya, pero siempre había cierta distancia entre ellas. Sin embargo, hoy Ranya no podía evitar sentirse atraída por ella. Había algo en la forma en que Kazusa se movía, o tal vez incluso en su forma de vestir, que llamaba la atención de Ranya. Ranya observó cómo Kazusa se movía ligeramente en su silla, dejando al descubierto la parte superior de su uniforme de mallas negras. Una pequeña parte de su cerebro le gritaba que la mirara, pero no podía apartar la vista de aquella visión tentadora. Podía ver el contorno de los muslos flexibles de Kazusa a través de la fina tela del uniforme, lo que hizo que su corazón se acelerara. Sin pensarlo dos veces, Ranya se inclinó hacia Kazusa y susurró suavemente: «Kazusa-san… tengo algo que confesarte».

Kazusa giró ligeramente la cabeza, abriendo mucho los ojos al ver la expresión de Ranya. Por un momento, se quedó mirándola fijamente antes de preguntar nerviosa: «¿Qué pasa, Ranya-chan?».

«Yo… creo que eres muy sexy», soltó Ranya de repente, con las mejillas rojas de vergüenza.

Hubo un silencio entre ellas que pareció eterno antes de que Kazusa finalmente respondiera: «Ranya-chan… Eso es…».

Antes de que pudiera terminar de hablar, Ranya se inclinó hacia delante y presionó sus labios contra los de Kazusa en un beso apasionado. Para su sorpresa, Kazusa no se resistió, sino que correspondió al beso con igual fervor.

Sus lenguas danzaron juntas mientras exploraban sus bocas, encendiendo una llama en lo más profundo de Ranya. Podía sentir los pezones duros de Kazusa presionando contra su pecho a través de los uniformes, provocándole escalofríos.

Las manos de Ranya comenzaron a recorrer el cuerpo de Kazusa, sintiendo las curvas y contornos de su figura. Kazusa gimió suavemente en la boca de Ranya, animándola a continuar. Los dedos de Ranya trazaron el contorno de la cintura de Kazusa, deslizándose bajo el dobladillo de su falda para acariciar sus muslos suaves. Kazusa jadeó cuando la mano de Ranya subió, rozando la tela húmeda de sus bragas.

—Joder, estás empapada —susurró Ranya con voz ronca, llena de deseo. Se apartó un poco para mirar a Kazusa a los ojos, viendo la lujuria arder en ellos. Sin dudarlo, Ranya deslizó la mano dentro de las bragas de Kazusa, sintiendo el calor húmedo de su vagina. Kazusa arqueó la espalda, gimiendo fuerte mientras los dedos de Ranya exploraban su centro.

—¡Joder, Ranya… No pares! —susurró Kazusa entrecortadamente. Ranya aceleró el ritmo, hundiendo los dedos en la humedad de Kazusa. Podía sentir cómo el orgasmo de Kazusa se acercaba, cómo la tensión aumentaba en su cuerpo. Con un último empujón, Ranya llevó a Kazusa al borde del clímax, haciéndola gritar de placer al llegar al orgasmo. Mientras la respiración de Kazusa se calmaba y su cuerpo se relajaba, Ranya se inclinó para darle otro beso, saboreando la dulzura de su liberación en sus labios. Continuaron su apasionado abrazo, sus cuerpos entrelazados en una maraña de extremidades y ropa. El aula a su alrededor se desvaneció en la nada mientras se perdían en los brazos de la otra, su amor se volvía más intenso y urgente.

La mano de Ranya recorría el muslo de Kazusa, sus dedos acariciaban la piel sensible. Kazusa gimió, abriendo más las piernas para recibir las caricias de Ranya. —Fóllame, Ranya… Por favor —suplicó con la voz ronca de placer. Ranya no perdió tiempo, se colocó entre las piernas de Kazusa y presionó su miembro palpitante contra la vagina húmeda de Kazusa. Con una firme embestida, la penetró, llenándola por completo. Kazusa gritó de placer, aferrándose a los hombros de Ranya en busca de apoyo. Ranya comenzó a moverse rítmicamente, penetrando más profundamente en Kazusa con cada embestida. Sus gemidos llenaron la habitación, ahogando cualquier pensamiento del mundo exterior. La vagina de Kazusa se contrajo alrededor del miembro de Ranya, exprimiendo hasta la última gota de placer. Ranya sintió que se acercaba al clímax, su respiración entrecortada. Sabía que estaba cerca y quería que ese momento durara para siempre.

Con una última y poderosa embestida, Ranya eyaculó dentro de Kazusa, llenándola con su semen caliente. Kazusa gritó su propio orgasmo, su cuerpo temblando con la fuerza del mismo. Se desplomaron juntos, sus cuerpos resbaladizos de sudor y semen, sus corazones latiendo al unísono. En ese instante, fueron uno, su pasión y deseo entrelazados en una perfecta armonía de amor y lujuria.


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