Una prestigiosa escuela es conocida por su selecto alumnado. La directora, la Sra. Black, es estricta pero justa. Viste un traje de látex negro que se ciñe a su cuerpo y acentúa sus curvas. Un día, descubre que algunos estudiantes han estado participando en actividades sexuales no autorizadas durante el horario escolar. En respuesta, decide convocar una asamblea donde todos los estudiantes serán castigados colectivamente. Sin embargo, también tiene un plan más personal para aquellos que considera más responsables.
«Atención, estudiantes», comenzó, su voz resonando por el silencioso pasillo. «He tenido conocimiento de que se han producido algunas… actividades inapropiadas durante el horario escolar». Su mirada recorrió a la multitud, desafiando a cualquiera a desafiar su autoridad.
Los estudiantes intercambiaron miradas nerviosas, preguntándose quién sería descubierto y qué tipo de castigo enfrentarían. La Sra. Black continuó: «Con efecto inmediato, todas las actividades extracurriculares quedan suspendidas hasta nuevo aviso. Esto incluye equipos deportivos, clubes e incluso castigos». Los murmullos de decepción y confusión llenaron la sala. Pero entonces, la Sra. Black soltó una bomba. «Además», anunció, «me reuniré individualmente con cada uno de ustedes para hablar sobre su papel en estos hechos. Y créanme, sé quién es el responsable». Los estudiantes se retorcieron en sus asientos, sintiendo un nudo en el estómago por la ansiedad. Al terminar la reunión, la Sra. Black apartó a un grupo de cuatro estudiantes que sospechaba eran los cabecillas. Eran de diferentes géneros y edades, cada uno representando un grupo diferente dentro de la escuela. «Vengan conmigo», ordenó, guiándolos por un pasillo oculto detrás de su oficina.
La puerta se cerró tras ellos, dejando a los cuatro estudiantes solos con su miedo. Pero en lugar de castigarlos, la Sra.
Black los sorprendió al revelar una habitación secreta equipada con ataduras y juguetes. Sonrió con picardía, con los ojos brillantes. «Se han portado mal», ronroneó, «y ahora podrán experimentar un poco de lo que sucede cuando se rompen las reglas». Se acercó al primer estudiante, un chico llamado Alex, y lo ató a una silla. Su corazón se aceleró al comprender lo que estaba a punto de suceder. La Sra. Black se acercó, susurrándole palabrotas al oído. «Vas a aprender una lección que no olvidarás», dijo en voz baja y seductora.
Luego, dirigió su atención a Emily, una chica conocida por su promiscuidad. La desnudó hasta quedar en ropa interior y la hizo arrastrarse a cuatro patas por la habitación. «Demuéstrales a todos quién manda aquí», rió la Sra. Black, dándole palmadas en el trasero al moverse. Luego llegó Jamie, un joven seguro de sí mismo que creía poder salirse con la suya. La Sra. Black lo ató a un poste y comenzó a hacerle una paja, apretándole y acariciándole la polla hasta que suplicó que la soltara. «Esto es lo que pasa cuando faltas al respeto a la autoridad», dijo entre caricias.
Finalmente, estaba Sarah, una chica tranquila que había sido arrastrada a este lío por sus amigas. La Sra. Black la hizo arrodillarse ante ella y le practicó sexo oral, obligándola a hacerle una garganta profunda hasta que se atragantó. «Aprende tu lugar», gruñó la Sra. Black, empujando la cabeza de Sarah aún más hacia abajo.
A medida que cada estudiante recibía su castigo, la risa de la Sra. Black resonaba por toda la sala. Disfrutaba cada momento, sabiendo que estos estudiantes nunca olvidarían la lección. Al terminar, los soltó, advirtiéndoles que cualquier mal comportamiento tendría consecuencias aún más severas. Los estudiantes se apresuraron a volver a vestirse, con el rostro rojo de vergüenza y excitación. Sabían que habían sido completamente humillados, pero tampoco podían negar la emoción.
